Causas y efectos sobre la actitud pasiva de los pescadores, por la situación del Mar Menor



Cred. Fcarreradelafuente @ WMC

Amanece en el Mar Menor, un nuevo día para la esperanza y para actuar para salvarlo


El colectivo de pescadores del Mar Menor, ha sido un grupo muy cerrado para el resto de la sociedad, por su idiosincrasia y me imagino, que por años de estar faenando todo el día, sin apenas tiempo para interactuar con esta. Aunque ahora nos encontramos inmersos en las nuevas tecnologías, donde cada persona tiene su propio teléfono móvil y ordenador, no hemos conseguido liberarnos de los estereotipos del pasado, que pueden ir acompañados de un bajo nivel cultural.

Contemplando lo antes expuesto, en lo referente a su actitud sobre el gran problema del Mar Menor, en primer lugar, viene dado porque no se han visto mermados sus ingresos, pues la explosión de capturas de doradas que se originó, a raíz de los cambios en el ecosistema, suple la pérdida en el resto de especies comerciales, con bajada drástica de la producción de las mismas, excepto con picos puntuales y años concretos de subida de algunas, como langostinos, anguilas y lenguados -en este último caso solo el año 2017, por mortandad del 90% de la flora, a raíz de la sopa verde de 2016 pues, para este pez, los fondos fangosos son su hábitat preferido-. Además la dorada, soporta muy bien su precio, aunque las capturas sean abundantes ya que, el mercado europeo absorbe la mayor parte de estas.

Otra gran cuestión, es la actitud pasiva que mantenemos hacia la cofradía de pescadores pues, percibimos una institución, donde primero se encuentran nuestros intereses como empresa y personales, y en segundo plano esta la asociación, cuando no cabe la más mínima duda que si la institución no funciona como es debido, al final nos pasará factura; es de sobra conocida la posición de la administración regional para con esta y por ende, sufrirán las consecuencias los propios pescadores -hecho que ya esta ocurriendo desde hace muchos años, no solo por la legislación pesquera, sino también por navegación, puertos deportivos y confrontaciones con los ayuntamientos ribereños por el uso de playas para tender los artes, ya que, periódicamente necesitan secarse para eliminar los microorganismos que se van incrustando y a la vez, para repararlas, actividad que hemos venido desarrollando desde tiempo inmemorial; hemos sufrido muchas agresiones en nuestros derechos por estas cuestiones.

Estas actitudes favorecen, la entrada de algún afiliado para el cargo de patrón mayor, tomando decisiones unilaterales que perjudican al resto de sus compañeros, que, por otro lado, tampoco refleja la existencia del órgano de gobierno -o cabildo- para las decisiones más importantes.

Como conclusión, pienso que la solución para que los pescadores capten la gran realidad de la situación delicada en que se encuentran, radica en una labor docente orientada a exponer los hechos que no quieren ver. Valga como ejemplo, que el año que se produzcan unas capturas escasas de doradas, no van a poder subsistir, cuando en las últimas décadas del siglo pasado, teníamos un abanico de unas doce especies rentables y si bajaba la producción de alguna de ellas, nos quedaba el resto; aunque también es cierto que la mayoría de pescadores actuales, no han conocido -ni se han molestado en revisar- informes de las capturas que se produjeron en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, por ser demasiado jóvenes o no haber nacido.

Otra situación, no menos grave, es que, debido a la falta de respeto hacia la naturaleza y el medio ambiente, aparezca alguna patología que afecte al consumo del pescado del Mar Menor o por otras causas (de forma análoga a como ha ocurrido para el baño con las banderas rojas, debido a la muerte o ecocidio de los peces) y la administración se vea obligada a cerrar la pesquería por un tiempo indeterminado.